El caso Ciro Castillo y como me afecta
Por: Francisco Pérez García
No se que pensarán las familias de los 14 mil 999 desaparecidos restantes que hay en el país, pero a mí particularmente, como familiar de uno de los 15 mil me parece desagradable el entuerto que están haciendo con el caso de Ciro Castillo algunos medios que sólo buscan vender, vender y vender.
Soy testigo directo de como la desaparición de un ser querido en situaciones extrañas, poco claras y hasta a veces plagadas de intrigas puede generar un cambio total en el estado de ánimo y calidad de vida de las personas afectadas por el hecho de no saber que ocurrió con esa persona que un buen día salió y de pronto no apareció nunca más por la puerta de tu casa.
He visto personas a mi alrededor a quienes adoro con todo el alma, dedicar sus años de vida, hasta llevar la salud al extremo, para encontrar una solución, una respuesta a la pregunta que siempre acompaña a la desaparición de alguien a quien se ama ¿qué pasó?.
He trabajado con psicólogos que han estado cerca de los casos vistos por la Comisión de la Verdad y la gran mayoría concuerda que existe un proceso de duelo que no cierra, ni termina en las personas que han perdido a un familiar y que no tienen hasta hoy la situación certera sobre su paradero, ya sea en vida, o como en la mayoría de casos, en el lecho de muerte.
Se por los casos vistos en el lugar donde trabajé y por el caso personal, que cuesta demasiado adaptar la vida a la eterna compañía de la incertidumbde de saber donde está esa persona que se te fue hace tantos años y de la cual no tienes ni siquiera un nicho donde ir a derramar tus lágrimas.
Cuesta demasiado continuar con la vida, seguir con el trabajo, dedicarte al resto de la familia y encontrarle un sentido a tu vida y pelear con la conciencia de creer que estás abandonando la lucha de encontrarlo, cuando lo que en realidad estás haciendo es seguir con tu vida paralela al sentimiento de algún día esperar que cruce la puerta de tu casa, te de un abrazo y te diga "estoy aquí, ya pasó todo".
Cuesta demasiado esconder algunas lágrimas que aparecen de repente cuando recuerdas el último día en que lo viste o cuando vuelven a tu memoria los momentos más tiernos vividos con esa persona que de repente sabes ya no volverá.
Cuesta, cuesta volver a la vida y cuesta reactivarse nuevamente. Por eso jode altamente cuando los medios se empeñan por más de 150 días a dedicarle primeras planas, reportajes completos, entrevistas extensas a un tema como el de Ciro Castillo. Jode, porque cada "teoría" nueva respecto a su desaparición no sólo le hace daño a los padres del joven, sino que genera expectativas en uno, pensando nuevas teorías sobre qué fue lo que pasó.
Los recuerdos se reactivan, la repetición de esquemas: la denuncia, la esperanza, el acoso de los medios, el apoyo y posterior maltrato de los mismos, la parsimonia judicial, el efectismo policial, las teorías relacionadas a amoríos desvariados o vicios decadentes te recuerdan exactamente las mismas etapas por las que atravesaste buscando a tu familiar.
Y de pronto piensas, mi búsqueda fue pública y luego se convirtió en anónima... por qué nos hacen esto, por qué nos vuelven a someter a lo mismo. Los medios deberían ser más concientes, en todo caso los periodistas que cubren el tema, que hay unas 15 mil familias más en el país, que aún esperan noticias, una esperanza, y no que les refrieguen en la cara, los recuerdos de cuando acudían a todas las puertas a buscar datos sobre sus hijos, hermanos, esposas o esposos y esas mismas puertas que se mostraban cariñosas de pronto se convetían en bestias dispuestas a tragárselas para luego escupirlas una vez gastadas.
El doctor Castillo tiene todo el derecho del mundo de encontrar a su hijo, al igual que las otras 15 mil familias, pero los periodistas y los medios, no tienen ningún derecho a jugar con los sentimientos y las esperanzas de todos ellos, ni mucho menos de reactivar recuerdos y efectos psicológicos que vuelven a joder la vida.